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lunes, 21 de marzo de 2011

¿LA SANTIDAD COMO UN HÁBITO?

“El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él”. (Juan 14:21)

Hay cierta dimensión de la vida que usted podrá conocer solo cuando tome la decisión de agradar al Padre en todos los aspectos de su vida. En esa dimensión Cristo se le manifestará de una manera más real. 


A comienzos del siglo XX, Dios derramó su Espíritu y comenzó un avivamiento en Azusa. Fue un tiempo maravilloso en el que muchas vidas fueron transformadas y las cosas del mundo dejaron de ser importantes. Cosas sobrenaturales sucedieron. Dios se manifestó en presencia de todos. 
Los que vivieron ese avivamiento, empezaron a ser conocidos en el mundo como "los de la santidad". Se les llamó así porque era obvio que eran diferentes a los demás. Cualquier cosa que ellos creían que no agradaba a Dios, la dejaban. Tan metidos estaban en las cosas espirituales que no tenían interés en las cosas naturales. 


Pocos creyentes hoy día saben lo que significa la santidad, y aún son menos los que entienden el derramamiento de Dios que cae sobre los que se atreven a seguir la santidad. 



La santidad significa separarse para Dios. Es lo que usted hace con su vida cada día; es ordenar su conducta de acuerdo a la Palabra de Dios y al consejo del Espíritu. La santidad es el hábito de tener un mismo parecer con Dios y de apartarse de los caminos del mundo y seguir los caminos del Señor. La santidad no es resultado de la casualidad, sino de tomar una decisión. 



Tome la decisión de guardar los mandamientos de Dios y de amarle con todo su corazón. Él le mostrará su amor y se manifestará a usted en una manera más poderosa. Él se derramará sobre usted como lo hizo sobre los creyentes de Azusa, entonces el avivamiento verdaderamente empezará en usted.



"1 Por lo demás, hermanos, les pedimos encarecidamente en el nombre del Señor Jesús que sigan progresando en el modo de vivir que agrada a Dios, tal como lo aprendieron de nosotros. De hecho, ya lo están practicando.2 Ustedes saben cuáles son las instrucciones que les dimos de parte del Señor Jesús. 

3 La voluntad de Dios es que sean santificados; que se aparten de la inmoralidad sexual;4 que cada uno aprenda a controlar su propio cuerpo de una manera santa y honrosa,5 sin dejarse llevar por los malos deseos como hacen los *paganos, que no conocen a Dios;6 y que nadie perjudique a su hermano ni se aproveche de él en este asunto. El Señor castiga todo esto, como ya les hemos dicho y advertido.7 Dios no nos llamó a la impureza sino a la santidad;8 por tanto, el que rechaza estas instrucciones no rechaza a un hombre sino a Dios, quien les da a ustedes su Espíritu Santo." (1 Tesalonicenses 4:1-8)

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